lunes, 18 de mayo de 2020

Capítulo VIII: Eclosión

¡Desde lo más alto, cayó aquél capullo qué, estaba suspendido, pendiendo de una fibra!

[...]

Una vez que impactó contra el suelo, observaron que éste, a diferencia de los capullos que ya habían visto antes, presentaba un mayor tamaño. Se expandía y se contraía a un ritmo más acelerado. Y en su interior, podía verse la silueta de algo o alguien moviéndose; empujando con sus brazos, la capa pegajosa interna del huevo, para intentar salir al exterior.¡Estaba a punto de eclosionar frente a todos!, ¡No cabían dudas respecto a eso! Los sobrevivientes, luego de todo el tiempo transcurrido, y de los eventos que se produjeron... se fueron percatando de que, todos ésos montículos no eran más que, incubadoras enormes que contenían a los subterrestres atacados por los parásitos. 

Y dicho sea de paso...

¡Qué estuvieron en un estado de "incubación", esperando al momento de "romper el cascarón", para salir al exterior! Los testigos, tenían bien en claro la posibilidad de que, del interior del huevo, se librara alguien en algún estado de deformación severa.

Al ver que, el sujeto poco agraciado, intentaba salir a la fuerza... se mantuvieron a una cierta distancia, ante cualquier duda de peligro; esperando la apertura del huevo. 

Y en un punto inesperado, éste dejó de palpitar y comenzó a desplegarse, dando la impresión de que, una grieta se estaba formando entre sus paredes (las capas comenzaron a separarse lentamente, de una forma semejante, al brote que, sale del interior de una semilla).

En el punto en que, las primeras capas se iban abrieron para formar la grieta... la cubierta del montículo empezó a liberar, en mayor medida, alguna especie de gas, desde pequeños orificios en su superficie. Y al terminar de abrirse por completo; baba líquida y viscosa, empezó a escurrirse hacia afuera haciendo que, se evaporara al instante de entrar en contacto con el tierra (esa reacción parecía vapor, más que nada debido a su color blancuzco... pero podría llegar a ser cualquier tipo de a sustancia volátil o ácida, con propiedades perjudiciales para los subterrestres; ya que, aún nadie sabía cómo se provocaban aquellas malformaciones horripilantes). 

[...] 

Entonces, desde la mencionada cortina blanca y densa de vapor o niebla, se empezaron a escuchar sonidos provenientes del capullo. Y entre tanto humo, se pudo localizar, la silueta parada del organismo que, empezó a moverse despacio.

¡Se podían oír sus pisadas, aproximándose hacia ellos!, 

¡Todos estaban convencidos de qué, lo que fuera qué se asomora entre el humo, no duraría mucho en pies!

Debido a la experiencia previa que tenían de los demás subterrestres, afectados por los parásitos, creían que éste caso no sería diferente, y que moriría pronto. 

De la nada, aquéllos pasos se detuvieron, y el merodeador se quedó quieto, mientras el humo se disipada poco a poco.

La atención de los guerreros, de la Tríada divina y del resto de los habitantes, se mantuvo fija y anclada en ese instante lleno de suspenso.

De la nada, con una velocidad impredecible y una fuerza inhumana... algo atravesó la cortina de vapor blanca, embistiendo salvajemente a uno de los emisarios. Una especie de tentáculo enorme y musculoso, había impactado contra el pecho del emisario Pastor... arrastrándolo lo suficientemente lejos como para, estamparlo contra una pared de una casa.

¡Cuando el vapor se terminó por disipar, el horror los inundó a todos. Puesto qué, cundo todo se despejó, pudieron ver a esa enorme criatura espantosa con claridad! 

Mientras el Pastor gritaba desesperadamente... pudo ver que, aquélla cosa que tenía incrustada en su cuerpo, era una de ésas trompas, como las que habían visto en las sanguijuelas (estaba clavada por enormes colmillos que, lograron desgarrar parte de su cuerpo. Presentaba un tamaño enorme, con aparicia similar a un brazo grande, fibroso y musculoso de, unos 30 metros de longitud).

Mientras todos permanecieron en un estado de shock, quedaron pasmados y absortos, al ver el aspecto y la forma del mutante

¡Era el triple de grande comparado con los subtetrestres!, ¡Y nada jamás visto ni nada parecido o semejante con la realidad!

Su cuerpo estaba totalmente desnudo, por lo que, pudieron captar en ese primer encuentro cercano, dicho cuerpo mutado y deforme. 

Poseía garras gigantescas, tanto en las manos como en los pies. Partes de su cuerpo parecían estar cubiertas de, la misma coraza presente en los parásitos. Sus piernas estaban articuladas mediante dos rodillas rígidas. Su torso era más extenso por encima de su cadera, y su cintura era más alargada (por lo que su caja torácica, era desproporcionada en comparación con su parte inferior)

Y su cabeza estaba fragmentada en varias divisiones (como si se tratara de una flor que, desplegara sus pétalos para abrirse)... para liberar aquella trompa resistente, diseñada para atacar con brutalidad. Dichas partes abiertas de su boca, mantenían una serie de filas de dientes filosos, de los cuales caían saliva y segregaciones viscosas. Y a lo largo de la trompa, más baba colgaba de la misma. 

[...] 

Pero la agonía del Pastor inició, cundo el monstruo comenzó a subsionarle la sangre. 

¡Todos podían ver como, las enormes concentraciones de sangre, eran bombeadas hacia el interior de la bestia!

En consecuencia, el emisario Pastor, terminó siendo vaciado por dentro 

¡Era un verdadero espanto verlo... totalmente consumido y demacrado, en ese estado tan desagradable!

Y con la última gota de sangre robada, el maldito mutante, terminó por arrojar salvajemente al emisario contra la pared de una vivienda cercana.

Posteriormente, regresó velozmente la probóscide, al interior de su boca, y volvió a cerrar su cabeza fraccionada. Pará luego, incharse e incrementar su volumen corporal. 

En ese momento, ninguno de ellos sabía lo que iba a pasar luego de ese acto despiadado. 

¡Estaban horrorizados y petrificados del miedo!, ¡No podían desprender la mirada del cadáver! 

Y no podían pensar con claridad debido a que, el monstruo, aún los estaba acechando. 

No al menos... hasta que, el emisario Orador, se dio cuenta de un pequeño detalle (del que antes no se habían percatado ninguno) que tenía la criatura en la cabeza. 

Era ni más ni menos que, la macar del sello de la traición, pintada por la tríada divina... Descubriendo así que, la criatura, era el último prisionero que, habían dejado abandonado al principio, con el guerrero.

Si aquélla cosa, alguna vez había sido humana, definitivamente ya no lo era. Ya no había rastro alguno de aquel prisionero desafortunado .

¡Debían huír cuanto antes, y llegar a las mazmorras a toda costa, si es que querían lograr salir con vida!

Entonces, no les quedó de otra que, tratar de escapar con sigilo y dejar atrás el cadáver del Pastor. Antes de que el mutante, los alcanzara a todos.

Como pudieron... juntaron sus cosas, y en silencio, fueron dando pasos hacia atrás (y con mucho sigilo, se ocultaron detrás de unas casas no muy lejanas a ellos).

Perdiendo de vista a la bestia sangrienta, 

¿Pero por cuanto tiempo lo lograrían?

[...] 

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