¡Y mientras continuaban con la misión, veían por el camino, cientos de cuerpos, metidos en ésos capullos desagradables!
[...]
Por fin habían llegado al centro del estrado, donde la Horda, realizaban los los rituales y los sacrificios, para alabar a los Dioses.
Se encontraban los siete maderos, el estrado y el resto del lugar como lo habían dejado antes. La diferencia era que, aquélla especie de baba viscosa, recubria todo el ambiente (parecía que se estaba expandiendo cada vez más, y no importaba la superficie en la que se encontrara; en los techos, en las paredes, sobre los capullos o sobre el suelo. Donde quiera que iban, ésa porquería los seguía, infectándolo todo, con el paso del tiempo).
También se percataron de que, había otro de esos "huevos", donde yacían el prisionero y el guerrero que, dejaron abandonados anteriormente. Por lo que, intentaron abrirlo, para asegurarse de si ellos se encontraban en su interior.
¡Directamente, de un hachazo, el emisario Verdugo, partió varias capaz casi hasta llegar al centro!
Acto seguido, entre todos abrieron el montículo, para darse cuenta de que, por dentro, sólo había una persona.
¡Pero cuando observaron bien quién (o mejor dicho qué cosa) estaba metida dentro, se horrorizaron todos!;
Los demás guerreros notaron que, se trataba ni más ni menos que de aquél compañero abandonado (lo habían logrado reconocer por la poca ropa que traía puesta. A penas unos harapos, desgastados y percudidos del traje que, lo delataron).
Al tratar de sacarlo de aquel lugar repugnante, se dieron cuenta de que esta vez, era diferente el aspecto del interior del capullo. Y se percataron de que éste, estaba conectado el guerrero. Estaba unido mediante extensiones extrañas que, se introducían en su cuerpo (parecían cordones umbilicales, que se interiorizaban dentro del mismo, y se conectaban con la parte interna de la capa protectora del capullo).
Entonces, cortaron todas esas conexiones orgánicas, para librarlo y finalmente,
arrastrarlo hasta el centro del estrado.
¡Nadie creería qué aquélla cosa qué sacaron, fuera humana!
[...]
El guerrero fue encontrado en un estado muy lamentable debido a las malformaciones que presentaba.
¡Este caso, fue peor al qué, ya habían presenciado antes!
(su rostro se encontraba severamente amorfo. Sus ojos parecían estar más separados de lo normal, y las pupilas habían cambiado de forma; su boca era más ancha, y había perdido ambas orejas. A lo que respectaba sobre su piel, su color era más oscura y era de mayor rigidez al tacto. Las manos presentaban garras afiladas, y sus tobillos parecían partidos;
Y su cuerpo era tres veces más grande, motivo por el que, casi toda su ropa se encontraba destrozada).
¡Sin duda , ésa cosa no era humana!,
¡Y nadie podía creer lo qué estaba viendo!
Para sorpresa de todos... aquélla cosa aún permanecía consciente, mirándolos a todos. Pero por algún motivo, no podía moverse ni ponerse de pies. Sólo se notaban los movimientos oculares y los movimientos provocados por su respiración.
Fue entonces que, intentó decirles algo, y mientras intentaba mover sus labios, se percataron del cambio drástico que, habían sufrido sus dientes (ya que todos estos, tomaron la forma de colmillos alargados. Por otro lado, segregaba saliva por demás).
Cuando todos vieron que, intentaba decirles algo... se aproximaron para oír lo que trataba de murmurar.
Sólo repetía una palabra: "¡mátenme!".
Fue consciente, todo este tiempo, de la condición en la que se encontraba; y por varios segundos, repitió esa palabra en voz baja, una y otra vez.
Hasta que cerró los ojos, y en un último aliento profundo, dejó de respirar para siempre. Fue entonces, cuando aquéllos cordones arrancados del capullo, comenzaron a segregar un líquido negro. Parecía que se estaba desangrando,
¡Más bien... drenándose, una vez muerto!
Y de a poco, fue perdiendo contextura.
En ese instante, se dieron cuenta de que, podría ocurrir de nuevo lo que, les había pasado anteriormente. Por lo que, se alejaron y se mantuvieron a la espera;
en cautela, hasta que la sanguijuela se desprendiera del cuerpo desvanecido.
¡Y así fue como sucedió!
Ésta, emergió de las entrañas del guerrero, desgarrando su esternón, tórax, costillas y sus clavículas... para terminar saliendo expulsada. Pero esta vez, se mantuvo con vida por mucho más tiempo.
Podía notarse la agresividad del parásito; ya que, se irguió a pocos metros del cuerpo mutilado, sólo para quedarse estática, en dicha posición amenazante.
¡Y todos, observándola desde lejos!, apuntándola con sus armas, veían como ésta, no dejaba de seguirlos con la mirada.
Inmediatamente, sacó desde el interior de su boca, la trompa evaginable totalmente repleta de sangre y de baba. Y sin tardar, sacudió su cuerpo para emitir más de esos chillidos molestos. Siendo así, el Orador, tomó la espada de uno de sus guerreros; y con mucha rapidez le cortó la trompa vomitiva, haciendo que la babosa producirá otro sonido espantoso a causa del dolor. Fue ahí, cuando... con mucha cautela, sacó la daga de su cintura, y la clavó en la cabeza del parásito, matándolo de una vez por todas.
[...]
¡Tras haberla asesinado, no tenían ni idea de lo que vendría!
La babosa, había despertado a un ser más atroz y más vil, sólo que ellos aún no lo sabían. No al menos hasta que, desde la cima, se oyeron nuevos sonidos extraños, que alertaron a todos minutos después.
Cuando alzaron la vista, se dieron cuenta de que, en el techo rocoso de la urbe subterránea, estaba cubierto por aquéllos capullos; conectados entre sí, por medio de esos filamentos orgánicos babosos (dando la impresión de una gigantesca red de fibras viscosas, con bultos latentes, albergando gente deformada en su interior). Pero había uno de éstos huevos en participar que, se balanceaba lentamente, pendiendo de una fibra delgada a punto de romperse.
Y de un monto a otro, se cortó la extensión, dejando caer violentamente el capullo que, estaba a punto de eclosionar.
¡La verdadera amenaza estaba a punto de nacer, para sembrar miedo y muerte a todos los subterrestres posibles!
[...]
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